Como bien se sabe en la casi completamente destruida Varsovia después de la II GM abundaban solamente las ruinas. Otros vientos empezaron a soplar y con la entrada de Polonia en la órbita de la hoy desaparecida URSS, la arquitectura se convirtió en una herramienta más para señalar el terreno y escenificar nuevo régimen. El palacio, que originalmente llevaba el nombre de Stalin, fue, de hecho, el regalo de este dirigente a la ciudad. Después de su muerte y con el "deshielo" político, empezó a llamarse el Palacio de Cultura y Ciencia.
Sus "primos hermanos" (varios de ellos) se encuentran en Moscú pero el arquitecto Lev Rudnev añadió a la estructura algunos elementos arquitectónicos propios de las ciudades polacas de Cracovia y Zamosc.
Sigue siendo uno de los edificios más altos del país y cada vez más aceptado tanto por los propios habitantes de la ciudad, como por los visitantes. La decoración interior conserva el estilo propio de los años cincuenta del siglo pasado. Alberga, además de oficinas, una sala de congresos, varios teatros, cines estilo vintage, espacio de exposición (la feria internacional de turismo más importante del país se celebra allí), escuela de música, museos, rstaurantes y mucho más.
Los viajeros que llegan en tren a la cercana estación de Dworzec Centralny o llegan al centro de la ciudad desde alguno de los dos aeropuertos que tiene la ciudad, tienen a su disposición el punto de información turística.
Buen tiempo y visibilidad invitan a subir a la planta XXX del edificio para ver el panorama de Varsovia. Para mayor facilidad en comunicación, se utiliza la abreviatura de PKiN.